3.2. Antecedentes históricos
La fascinación intrínsecamente humana por la luz y el sonido encuentra sus primeros referentes en los contextos rituales que, desde el Paleolítico, han empleado el fuego –y las sombras resultantes– con motivaciones mágicas o sugestivas. Asimismo, algunos estudios publicados en los años ochenta del siglo xx (Iegor Reznikoff y Michel Dauvois) muestran que muchas de las cuevas donde se han encontrado pinturas rupestres presentan características acústicas extraordinarias, que habrían facilitado los ecos y las resonancias de la voz humana, completando la experiencia ritual de estos grupos humanos primitivos.
Para más información:
Artículo SXP2011: El arte inmersivo como nuevo primitivismo (I). Desde fuera de Miguel Álvarez-Fernández a Mediateletipos
El teatro griego también utilizaba los «efectos especiales» de la luz, a través de espejos y reflectores, con el fin de crear rayos y relámpagos, o la luz de las antorchas para crear sombras y ambientes dramáticos. Asimismo, desde el siglo ii a. C. que hay registros de teatros de sombras en China.
En la edad media, una serie de tecnologías de la luz –desde los vitrales de las iglesias hasta el azufre o las velas– sirven como elemento para reforzar las representaciones de los dramas sacros y la figuración del paraíso o del infierno.
Para más información:
Ensayo Luz, un medio de composición hacia la percepción escénica de Catalina Valenzuela Mena
Los sucesivos avances científicos y tecnológicos posteriores, de la lámpara de aceite a los avances en óptica y mecánica, refinan las posibilidades del diseño escénico. Con la llegada del Romanticismo, la ópera integra todos estos avances en un espectáculo total que despliega las posibilidades de las tecnologías sonoras y visuales del momento.
Desde finales del siglo xvi, una corriente de ingeniería creativa empieza a dar unos frutos que, vistos en perspectiva, enlazan muy bien con algunas prácticas de creación audiovisual contemporáneas. Estamos hablando de los órganos de color.
Los órganos de color
Dispositivos mecánicos o electromecánicos que producen luz en respuesta a la música. Uno de los primeros registros documentados de este tipo de ingenios es obra de Arcimboldo, el pintor manierista (famoso por haber hecho retratos con frutas). Desde entonces, todo tipo de inventos se fueron sucediendo: desde la chromola, en 1910, de Aleksandr Skriabin, hasta el clavilux, en 1919, de Thomas Wilfred, que utilizaba una serie de discos de vidrio de colores y proyectores para crear visualización de la música, y también los órganos de color utilizados por Pink Floyd, The Who o Grateful Dead en sus conciertos de rock progresivo y psicodélico.
Para más información:
https://academiccommons.columbia.edu/doi/10.7916/d8-deyr-mt23
https://www.theatlantic.com/technology/archive/2015/11/color-organs/414460/
Estos desarrollos técnicos orientados al control preciso de la luz eclosionarán definitivamente a finales del siglo xix, con la aparición del cinematógrafo de los hermanos Lumière. No obstante, una serie de ingenios protocinematográficos sentarán las bases de la tecnología del cine, y generarán líneas de investigación paralelas a los recursos ópticos que inspirarían a varias generaciones de artistas en su exploración de la luz como materia creativa. Estamos hablando de juguetes y artefactos como el phenakistoscopio, el zootrop o el praxinoscopio.